La rosa
¡Y la rosa se abría, se abría…!
Y una mano maldita
cortó su tallo.
Labios de fuego
Tiene el amor
labios de fuego.
Bajo su rojo quitasol
tomo un sorbo de zumo.
En el fondo del vaso,
como traviesos pececillos,nadan trozos de hielo.
Noche azul
Sobre mis hombros,
sus negros cabellos.
Desnuda, la noche
se ofrece a mis ojos.
En mi alma, luchando,
el brillo de dos lunas.
Cerezos
Amargor
en mis labios.
Sobre mis ojos,
derraman los cerezos oleadas de azúcar.
Salinas
Viene el agua
a reposar.
El mar sube hasta los cielos
para entregarnos su sal.
Sueños de nácar
borda el agua.
Amanecer
En la aurora
suenan las campanas.
Cada amanecer,
nueva encrucijada.
La mañana suena
a triste aria.
Las montañas se elevan
arrastrando las sombras.
No quiero,
no quiero decirle
nada al mundo.
tampoco me habla.)
no tengo que decirle
nada nuevo al mundo.
¡siempre ése mismo!)
El poeta y la
tarde
¡Qué solo está el poeta
de cabellos blancos!
Absorto,
ve crecer el ciprés
que sembró en el patio.
Olor a jazmines,
temblor de nardos…
En la tarde de pájaros,
el vaivén de unos trinos.
Tres estados
El pasado
es un aroma.
El presente,
una batalla.
¡Acechando en la niebla,
el incierto futuro!
Luz de amor
Iluminada
por una extraña luz,
no temía a las sombras
de la noche.
Ante sus cabellos
de oro palidecían
las estrellas.
A su lado,
la vida cantaba
una eterna canción
de amor.
Psique
¡Psique…! Estrella
caída del azul.
¿Conseguirá
mi corazón
que tu raíz se hunda en la tierra?
Paisaje
Sólo un árbol,
sólo un cielo,
tan sólo
un horizonte
y, a lo lejos,
una difusa
y tenue claridad.
Acorralado
Osada, la vida
a mi hogar se acerca.
(Abro la puerta.)
Me embelesa
con la miel de sus ojos;
con diabólicos
juegos me envuelve…
(Cierro la puerta.)
¡Me encierra
en su laberinto…!
(¡Ay!,
¿quién defenderá
ahora mi casa?)
Ciprés
Es el ciprés
un grito, una saeta
que apunta hacia la luz
de más allá del mundo.
En silencio,
huyendo de las sombras,
tan cerca de ellas,
se deja mecer por el viento.
Allá, desde lo alto,
en su absorta pureza,
juega con las estrellas
que ruedan por los montes.
La espera
Mi puerta abierta siempre,
¡pero que el día no entre!
Mis ojos vigilantes;
el mundo no se mueve.
Anhelo las suaves
caricias de la noche.
Corazón en las
nubes
En el cielo, tan frágil, la nube
de mi corazón.
Se abre, se cierra;
se cierra, se abre.
A los besos del viento,
parece latir.
¡Llévate el blanco de mis cabellos;
arranca las espinas clavadas
en el fondo de mis horas…!
¡Ah, inconstante corazón,
cuando más te anhelaba,
me dejaste solo!
Canción del Sur
Oigo
una dulce melodía,
huele a albahaca.
Es
fresca como el agua,
sabe a hierbabuena.
¡Tiene
toda la sal
del océano y el dulzor
de lejanos manantiales!
Canción de cuna
Duerme;
no temas la rabia
de mi corazón.
Duerme;
con suaves besos se quiebran
la más fuertes cadenas.
Duerme;
cual azul mariposa
te vela mi mirada.
Duerme…,
¡pero despierta
en cuanto tiemble mi alma!
Tarde de otoño
Ruge el viento,
¡pobres ramas!
Duerme mi corazón,
bajo nubes de hojas.
En el parque
Cabellos malvas
y rosas.
Labios
del viento.
¿A dónde vas,
camino solitario?
Otro calor
¡No es el calor
del sol el que yo siento,
sino la ardiente lava
de insaciables volcanes!
La mañana
La mañana, enamorada,
dejó escapar sus versos.
A sus leves suspiros,
se encendió el alba.
Rojas rosas
perfumando los cielos.
Pájaros
Ya retornan los pájaros;
el astro rey se pone.
La luz del sol los mueve
a hacer el diario camino.
¿Qué horizontes soñaron…?
En sus ojos el brillo
de apasionadas luces.
Primera luz
Suaves formas
dibuja la luz.
¡Ya levantan las nubes…!
Despierta un nuevo día.
Noche en el lago
El infinito,
azul.
Sobre sus aguas
las luces juegan.
Blancas estrellas
dibujan mi morada.
En el río
Me hablan los pájaros;
vuelan rojas libélulas
en la ribera del Oeste.
La corriente de la vida,
impetuosa, avanza.
¡Y yo, con estos remos…!
A tientas
Duerme la tierra;
mi corazón se abre
paso entre la bruma.
Fin del trayecto
Zigzagueando,
recorrí los caminos.
Las montañas
y el viento me hablaron.
Brilla una luna clavada
en lo hondo de mi pecho.
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