miércoles, 7 de enero de 2015

AL OTRO LADO. I LEJANÍAS

                                         
                                          BUCÓLICA
 
Oigo, lejanas, las risas de los faunos.
Oh, ¿qué pastor podría apacentar mi melancolía…?
¡Y quién podría devolver la alegría al mundo,
a un mundo de marineros cuyos ojos reflejan
el salvaje latido de las violentas ondas!
 
Bajé de la montaña.
Ríos de miel,
con sus doradas olas,
endulzan los campos de la tierra.
Laboriosas abejas
guían el devenir de los hombres.

Breve, el canto de la rosa
me habla de un destino fugaz,
me protege de engañosas sirenas…
Armónicos coros embriagan mi alma,
prodigiosa ánfora es el hogar de mis sueños.
 
Veo, a la luz de la luna,
la esencia de las cosas.
Una agreste doncella
calma mi corazón.
¡Se han roto las cadenas de mi espíritu!
¡No acabe nunca, nunca, este dulcísimo sueño!
 
 

 

LA DIOSA
 
Recamada de espuma
despierta la mar.
Esa mar, ahora en calma,
se me antoja una diosa
 
en su lecho, tendida,
anhelando los besos
de espumeantes barcos.
¡Qué profundo abandono!
 
Tan sola, allá, en su mundo,
incesantes suspiros
la acercan a la vida.
¡Sus latidos qué firmes…!
 
El ritmo de las olas
da sentido a su espíritu;
con sazonados besos
el viento la acaricia.
 
Al audaz navegante
abre su corazón;
el azul de sus versos,
incansable, recita.
 
 
                                         
VIENTO
 
En fogosos impulsos se agota tu existencia;
torturas a los árboles en un crujir de ramas.
Inquietantes silbidos escapan de tus labios;
espíritu en esencia, raudo cruzas los mares.
 
Con actitud valiente tu voluntad resiste;
perseverante impones la paz en mi morada.
Acallas mi ansiedad, das ímpetu a mis quejas;
tus heroicas batallas enardecen mi espíritu.
 
Con tus manos moldeas, tu corazón destruye;
poco a poco te creces: ¿quieres cambiar el mundo…?
Tu fuerza disminuye, quedan ligeras ráfagas;
erráticas, tus huellas se ofrecen a la lluvia.
 
 
                                         
MARINA
 
Verdean, cual ópalos, las aguas
en este lento atardecer de invierno.
Sobre la costa vuelan las gaviotas;
rebeldes olas, lenguas serpenteantes,
salpican mis palabras.
 
El mar,
bajo el peso del cielo,
combate en la escollera.
¡Murmullos del océano,
occidente de ensueños…!
 
En lo más alto del acantilado
un grito se escucha.
Se elevan las ondas
soltando al viento
sus blancas cabelleras…
 
El paisaje se borra. La luna
parece un alado unicornio;
atravesando nubes
e impulsada por suaves vientos,
lentamente, cabalga.
 
 
                                         
EN EL JARDÍN
 
Tibio sol,
ciruelas maduras.
Se abren las rosas
al calor de las nubes.
 
 
                                         
LA FUENTE
 
Virginal fuente,
con sabio corazón,
le habla a mi alma.
 
En sus claras aguas
de mis propias palabras
puedo ver el sentido.
 
Al principio de los tiempos
me devuelve. Frío es su lecho,
su voz está preñada de significado.
 
Tiene alma  de mujer;
a los guijarros presta
su sabor dulce.
 
Borra de mi boca el desvarío.
Me acerca al país
de los sueños.
 
Delicadamente, acaricia mi piel.
Dónde aprendió su eterna canción,
es un hondo misterio.
 
 
                                         
CIPRÉS
 
Sobre el pueblo, dormido,
se alza su silueta.
 
Persigue los destellos
de fugaces estrellas.
 
Calla el viejo ciprés;
habla el poeta.
 
 
                                         
LA DANZA DE LA LUNA
 
Blancos rayos atraviesan las nubes
iluminando el sueño de las flores.
¡Ya despertó Selene!
En la penumbra,
corretea por los jardines.
 
Siente la lluvia celos, quisiera
detener para siempre su ronda;
pero ella va y vuelve siempre,
porque tiene su casa en la laguna
y blancas alas la alejan de la muerte.
 
Nívea hada, todo lo viste de fiesta;
como una flor de loto cruza las negras aguas…
¡Círculo ideal! Mirando, callando
pasa, al margen de la vida,
como si se hubiera vuelto loca.
 
Asomada al mundo,
nos ofrece su mística hermosura.
Su danza es muy antigua, instintiva, serena;
nuestro baile, en cambio, es agitado, y tan moderno…
¡Una insensata y breve tarantela!
 
 
                                         
NOCTURNO
 
Ya han dado las doce;
el mundo se adormila,
descansa de su fatiga en el suave
almohadón de la noche.
 
Tan sólo una pequeña
lámpara de lectura.
Mi corazón quiere reír,
mas lo envuelven las sombras.
 
Amor ronda por los tejados,
¡se ha enamorado de la bella Fantasía…!
Suena el tic-tac de la esperanza,
crepitan los últimos rescoldos.
 
En lo alto, brillan los símbolos
que han resistido al tiempo.
Me dicen las estrellas:
“¡no hay lugar para ti en el espacio!”
 
                     ****
    
 

 

 

 

 
 
 

 

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