jueves, 15 de enero de 2015

AL OTRO LADO. II SECRETAS RESONANCIAS

                                                      
                                           AL OTRO LADO
 
Ante mi ojos,
cual amarillas hojas,
caen las horas.
 
Mis labios, temblorosos,
la tibia brisa
de tu amor aguardan.
 
Sordamente,
cruje el invierno.
Mis sueños
quieren cruzar el río.
 
¡Vente a mi lado,
amada mía…!
Dulces conjuros
invocan tu presencia.
 
                                         
                                          EL RITMO DE TU AUSENCIA
 
Tiene tu ausencia secretas resonancias;
mis recuerdos se tiñen de un sinfín de colores.
El pulso de la vida cobra un ritmo más íntimo;
¡tan cercano se escucha el clamor de tus versos…!
 
Un torrente de hojas, de perfiles dorados,
se aleja dibujando imposibles mañanas.
Al abrigo del amor, gruesos leños calientan
nuestro hogar construido con velados suspiros.
 
El corazón del bosque esconde tus tesoros;
entre húmedas sombras habla nuestro destino.
Insinuantes voces, ¿suspiros de las hadas…?
Desde el alma del mundo fluye una sabia luz.

 
 
                                                      
EL SECRETO
 
Ayer tarde,
descubrí su secreto.
Soplaba el viento,
tembló mi alma.
 
Se abrieron los capullos
de sus rosas. ¡Estaban
llenos de mentiras…!
 
Afiladas espinas
trepaban por mi ventana
para clavarse en mis manos
que, imprudentes, habían hurgado
en lo más hondo de la vida.
                                         
El peso de los años,
sin que yo pueda evitarlo,
a plomo cae
sobre mis hombros.
 
 
                                         
                                          LA ESTATUA
 
El silencio quitó la vida al mundo;
en figura de cera se ha convertido mi alma.
El mundo es una tumba;
a su sombra, duerme mi espíritu.
No hay lugar para el deseo.
¡Mi corazón es una estatua
que nadie quiere poner en ninguna parte!
 
 
                                         
EL ROBLE
 
Mi alma,
mi alma entre las hojas
del viejo roble.
Y en la copa
del roble mis ojos,
oteando el horizonte.
 
Mi espíritu
atado a la raíz
del viejo roble.
En los pliegues
del roble mi fuerza,
doblegada ante el tiempo.

Mis sueños,
mis sueños a la sombra
del viejo roble.
Y en las ramas
del roble mi esperanza,
buscando savia nueva.

Mis pies
alejándose
del viejo roble.
Cual semillas
del roble mis anhelos,
conquistando otras tierras.
 
 
                                         
RENACER
 
¡Oh, qué lenta llegaste y qué callada,
para librarme del frío
que sin piedad congelaba mis sienes...!
 
Tras una larga noche, me diste a oler tus flores;
todo se puso, de pronto, en movimiento.
¡Y vi tan claras las lindes del sendero...!
 
¡Fue posible otra aurora;
maduraron exóticos frutos
de cuyo néctar se alimentó mi espíritu!
 
 
                                         
EL ÁRBOL DE LA VIDA
 
Tiene mi cuerpo la forma de un gran árbol,
sobre sus ramas los pájaros anidan;
frescas hojas, moviéndose con gracia,
entablan con la vida un íntimo diálogo.
 
Tendido hacia el azul, al mundo da sus brotes;
indómitos torrentes, plenos de savia, fluyen.
Serpenteantes raíces, ajenas a banales
deidades, ante la luna se inclinan.
 
Penetra en el silencio de las cosas;
sólo atiende a las voces de los dioses.
Abierto a los secretos de la vida,
la fuerza de su tronco es un misterio.

 
 
                                         
NUBES SAGRADAS
 
Penden del cielo oscuras nubes;
se me antojan inmensas catedrales.
En sus ojivas juguetean los ángeles;
al rozar con sus alas mi frente
saltan chispas extrañas.
 
Mi espíritu deambula por sus naves,
canta, serenamente, y retoza
en sus sombríos claustros.
Mullido manto de suave piel, me cubren;
altos cipreses, me abrigan con su sombra.
 
En la penumbra, como una gema, brilla
aquella nube blanca: ¡parece una flor de lis!
Luminosa vidriera, deja llegar la luz
hasta mis ojos; mi cuerpo baña
con aromas de incienso y esencias de laurel.
 
Bóvedas que elevó sabio arquitecto,
vaporosas gárgolas teñidas de nostalgia…
Traspasando el cielo, zigzagueantes agujas
sobre mi piel derraman luminosos reflejos.
 
Aspecto tienen de austera cartuja.
¡Qué gráciles paredes, cuán deliciosos nimbos…!
No hay nada más sagrado que su espíritu frágil,
divina es la dialéctica de sus cambiantes formas.
 
Lírica eucaristía,
dulces gotas de lluvia sobre mis labios caen;
arrebatos poéticos, luz de vidrieras góticas.
 
 
                                          
LA PUERTA DE FUEGO
 
Serenamente avanzo;
zigzaguean los senderos
bajo un cielo invernal.
 
Confundidos mis pasos
por apurar un cáliz
que a lo lejos brillaba.
 
Los versos del poeta
tranquilizan mi alma.
¡Batir de aladas rimas…!
 
Mi destino se enfrenta
a una puerta de fuego.
¿De qué dragón las llamas?
 
De acero es mi armadura.
Una herida el crepúsculo,
el silencio es mi espada.
 
             ****
 
 

 

 

 

 


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